gabriela revel

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Anticredo: Manifiesto por los Valores

In Cambio, Empresa familiar, Estrategia, gestion del cambio, Innovación, Liderazgo, Management, management innovation, Mis post preferidos, recursos humanos on 23 febrero 2010 at 23:12

Veréis: hace unas semanas don Juan Granica, me pidió cierta continuidad en la colaboración con su Portal Empresa y Contexto. Yo le expliqué, que cada día me costaba más hablar de las teorías del Management al uso, de las soluciones al uso, de las fórmulas al uso…

Él, intrépido con los años y con el oficio de Editor en la sangre, me instó a escribir, entonces, realmente aquello que sentía, y quería decir sobre el management y la empresa. De ahí nació el ANTICREDO: Manifiesto por los valores..

El Portal Empresa y Contexto ha decidido no tratar el Manifiesto sólo como un artículo, sino que ha abierto un Foro de Debate sobre el tema.

Como vosotros sois mis lectores más directos, aquí va el texto completo, aunque más largo que un post. El debate, podemos hacerlos aquí, si hay algo que os apetece compartir, como lo hemos hecho siempre, y además en el Portal Empresa y Contexto. El hecho es que esta es mi reflexión. A partir de ahora, es vuestra.

  • Después de muchos años en la dirección de empresas, no creo en el Management como ciencia
  • No creo en el Management como teoría. Y creo menos aún en el Management como negocio.
  • No creo que cada teoría que aparece, pueda o deba aplicarse de manera compulsiva en las organizaciones, creando modas, olas de modas, que llenan las empresas de consultores, que imponen nuevos conceptos, siempre de arriba hacia abajo, sin contar con la gente
  • No creo en el Six Sigma, ni en el 5S; no creo en el TQM, ni en la Dirección por Objetivos, ni en la evaluación continua, ni en la evaluación 360º, ni siquiera creo en la evaluación en sí misma.
  • No creo que las empresas deban planificar pensando en Presupuestos Anuales.
  • No creo que los directivos, ni nadie en realidad, deba tener primas ni trimestrales, ni anuales.
  • No creo en el control por el control; no creo en las entrevistas laborales donde se habla más que se escucha.
  • No creo en las estrategias a corto plazo.
  • No creo en la eficiencia, probada con resultados aritméticamente financieros.
  • No creo en los directivos que patrimonializan sus puestos, entregando siempre a los accionistas lo que desean, aunque eso lleve la destrucción a medio plazo.
  • No creo en la doctrina de la Creación de Valor para el Accionista, porque la he visto convertirse en Aumento del Precio de las Acciones del Accionista.
  • No creo en el Marketing, porque lo he visto convertirse en enormes campañas multimillonarias para vender expectativas, que muchas veces ni siquiera son respetuosas con las necesidades del cliente.
  • No creo en los servicios Post-venta, que solo quieren vendernos más de lo mismo, aún cuando llamemos para reclamar algo.
  • No creo en la Atención al Cliente, porque solo habla del cliente externo, olvidándose siempre del cliente interno.
  • No creo en las reducciones de gastos vendidas como eficiencia que siempre pasa por recortes brutales en las líneas de personal, aumentando de manera directamente proporcional el gasto en los incentivos de los directivos que saben hacer esos recortes en silencio y minimizando los conflictos.
  • No creo que sea verdad que se respeta el know-how, porque cada día es más evidente que la vida laboral en los países desarrollados empieza en torno a los treinta años, y termina en torno a los cincuenta.
  • No creo que las empresas sean ámbitos de competencia, sino que deberían ser ámbitos de convivencia.
  • Sin embargo, sí creo en las organizaciones horizontales.
  • Creo en los valores de las personas.
  • Creo en la palabra dada, en los compromisos cerrados con un apretón de manos.
  • Creo en los directivos que sienten amor por sus proyectos.
  • Creo en las empresas estructuradas como organizaciones neuronales, donde las jefaturas se ganan con el conocimiento del oficio, y no con el baile político.
  • Creo en los oficios y no en las profesiones
  • Creo en el respeto por las industrias, por aquellos que manejan máquinas, tornillos, materiales que se tocan y se moldean. Y me da igual si es encima de un tractor, frente a una máquina de extrusión, o frente a una pantalla diseñando una aplicación web2.0
  • Creo en el honor de las personas.
  • Creo en la dignidad de los trabajadores.
  • Creo en la función del Gerente, Director General o CEO como el garante de los derechos de los accionistas frente a los trabajadores, el garante de los derechos de los trabajadores frente a los accionistas y el garante de los derechos de la sociedad frente a la empresa. Y viceversa.
  • Creo en un mundo cuyo sentido del corto plazo se mida en años de sostenibilidad, y no en horas de cotización bursátil, o en trimestres de liquidación de Bonus.
  • Creo en los directivos que caminan por sus empresas, llamando a las gentes por sus nombres, que es la forma de conocerles, y por tanto de saber qué esconden en su fuero más interno, y que pueden aún dar, de buen grado y como participación a un proyecto común.
  • Creo que las empresas nacen como un sueño, crecen como un romance, se mantienen como una joya única y diferente a cualquier otra, y han de sobrevivir para darle sentido al hecho mismo de su fundación.
  • Creo que las gentes prefieren una labor a un trabajo, un proyecto a un presupuesto, un directivo con oficio a un Manager con un MBA.
  • Creo que hemos perdido el Norte, buscando fórmulas mágicas que nos empujen siempre un paso más allá: en la globalización, en la internalización, en el control de los mercados, en el control de los canales de comercializacón, en llegar antes que el otro, aún “escalando sobre una pirámide de cadáveres”.
  • Creo firmemente en las empresas, los empresarios y sus gentes.
  • Adoro mi oficio. Pero aspiro, con entregado entusiasmo, a poder hacerlo de una manera más humana, más respetuosa, más trascendente, más serena, más solidaria.
  • En definitiva, creo que si no recuperamos el sentido común y los valores, seguiremos consumiendo teorías de management, y destruyendo riqueza.
  • Lux Lucet in Tenebris

    PS: en estos días, el número de votos y de comentarios a éste post, hace que vaya creciendo, incluso, con ecos en posts amigos, como este. Sin darse un paseo «comentarios abajo», solo estaría mi voz, y es una pena, porque las aportaciones son impecables

    Neuronas, redes y Estructuras (5)

    In Cambio, Empresa familiar, Estrategia, Innovación, Liderazgo, Los post más votados, Management, management innovation, Mis post preferidos, organización neuronal, recursos humanos on 5 diciembre 2009 at 13:24

    Ha llegado la hora de festejar!! De pronto, las piezas de éste puzzle gigante que estamos construyendo en éste Blog, empiezan a casar.

    Veamos: hablando de «equipos», nuestro lector Andreu Guimerá, hace unos días, ponía el ejemplo de las orquestas de Jazz. No hay director, solo un grupo que se acopla entre sí, conociendo cual es la partitura. Lo dice así:

    «Hace unos días asistí a una conferencia del profesor Itamar Rogovski en la UPC: me sorprendió en varias cosas pero hay una que recuerdo. Decía que las orquestas antígüas no tenían director. Cada músico “se acoplaba al resto” y que las empresas debían hacer lo propio. De hecho me dijo que pensara en las sesiones de jazz, allí no necesitan ningún cohesionador…¿qué te parece?»

    Estabábamos desde ese lado, trabajando sobre mi idea de que la palabra «equipo», tal y como se usa desde hace unos años, me parece peligrosa,no me gusta.

    Y por otro lado, desde hace unas semanas, Ergow trabaja sin cesar, para intentar acompañarme en describir, paso a paso, por aproximaciones mínimas pero precisas, el concepto de Organizaciones Neuronales, y de cómo esas organizaciones deben redefinir los liderazgos. Y lo hace en éste magnífico post: Redes, Jazz y Organigramas

    ¡¡Estas voces cruzadas, ya suenan como una orquesta de jazz!!

    Ni Ergow, ni Andreu ni yo, nos conocemos personalmente, no sabemos qué hace en realidad el otro más allá de lo que podemos adivinar a través de nuestras voces en la Red. Sin embargo, sabemos que nos mueve una misma inquietud, una misma pulsión por saber, una misma necesidad de entender, de redifinir, de avanzar, de cambiar.

    Sin quererlo, hemos ido incluso, definiendo una Misión, y hasta una Visión.

    ¿¿Alguien duda aún de qué late detrás de las Organizaciones Neuronales?? 🙂

    Y para festejar, tres versiones impresionantemente diferentes pero iguales, de la misma partitura: Take Five.



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    Estrategia y Cambio: ¿Equipos o redes?

    In Cambio, Empresa familiar, Estrategia, Innovación, Liderazgo, Los post más votados, organización neuronal, recursos humanos on 29 noviembre 2009 at 23:43

    Es verdad. La palabra «equipo» cuando se habla de las gentes que forman una empresa, no me gusta. Sonará políticamente incorrecto, pero es verdad.

    No creo en los equipos, ni en los ejercicios de team building, ni en las teorías sobre equipos de trabajo, equipos llevando proyectos, equipos para todo. No creo en frases como «somos una piña», «somos como una familia», «estamos en el mismo barco». Una piña es una cosa cerrada, que cuando se abre para dar sus frutos, se cae definitivamente del pino, y sirve para hacer buenos fuegos. Una familia está unida por lazos inmutables, que vienen de la sangre, con comunidad de pasado, presente, futuro y ADNs igualitarios. Los barcos están en el mar, y la gente no se sube y se baja de ellos con naturalidad, hasta llegar a puerto, o hasta que llega la hora del naufragio.

    Ni somos una piña, ni somos una familia, ni somos marineros. Somos una empresa.

    Y en la empresa, me gusta más dejar espacio para cada individuo, para las diferencias, para las especificidades. Y «los equipos», tal y como se entienden en la mayoría de las empresas, tienden más al café para todos, a la cadena que encadena, a la secta que recita el mismo mantra adormecedor.

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    Creo que en la redes, en las comunidades. Creo en individuos adultos, independientes, serios, razonables, que saben que su trabajo es eso: sólo un trabajo. Ni más ni menos: un trabajo.

    Una forma de vida que no es toda su vida; algo que les aporta dignidad pero que no les condiciona; algo que les permite crecer pero no les estigmatiza.

    Quiero compartir con vosotros una anécdota personal, de donde me he nutrido desde hace más de 30 años para saber cómo quiero que sea la relación con gente con quien trabajo en una empresa.

    Siendo muy joven, y no siendo de origen judío, decidí que había una experiencia comunitaria que valía la pena de ser vivida, y estuve 6 meses como voluntaria en un kibutz

    Yo salía de la adolescencia, en una familia donde la vida era cómoda, y llegué cargada de teoría. Cuando me presenté a los organizadores, se limitaron a decirme donde estaban mis habitaciones – con un baño comunitario- y a indicarme donde estaban los comedores colectivos.

    Después de eso, me fui a dormir, y a la mañana siguiente me levanté pasadas las 10am. El kibutz estaba a orillas del mar, por lo cual, y como no había nada organizado, que yo supiera, me fui a la playa. Baño, sol, descanso, y cuando me cansé, volví al kibutz, y pasé por el comedor comunitario, donde había unos enormes frigoríficos, abiertos las 24 horas, con leche, pan, yogures, y comida muy ligera. Por lo cual, comí, me fui a dormir la siesta y volví a la playa.

    Pasé así 3 días, sin que nadie me dijera ni una sola palabra. Al mediodía del día 4, y al volver de la playa, fui al comedor colectivo, esta vez en las horas en que todo el mundo estaba comiendo. Estaba organizado como un self service: bandeja, y pasarela frente a la comida. Por supuesto, todo sin pagar nada. Era comunitario.

    Y de repente, a mis 19 años, me ví frente a una bandeja llena de huevos fritos. Enormes ojos amarillos me miraban desde la bandeja. Muchísimos huevos fritos. ¡Y ahí fue cuando lo entendí!

    empresa, organización, team building, neurona, neuronal, perspectiva, respeto, democracia, sentido común, innovación, recursos humanos, red neuronal, redes, core businessSolo pensé: si cada uno de los miembros de la comunidad hubiera hecho lo que yo, es decir, saltarse las normas de la convivencia participativa, ¿quién habría ido a recoger los huevos?, ¿quién habría alimentado a las gallinas? ¿quién habría preparado el comedor?¿quién habría puesto a mi disposición todo eso que yo usaba, irresponsablemente, desde hacía 3 días?

    ¿Querési saber la verdad? no fui capaz de comer. Me llené de vergüenza, y me marché. A la mañana siguiente, me presenté a las 5 de la mañana a los organizadores de los trabajos colectivos, y pedí que se me asignara un puesto allí donde pudiera ser útil. Sin mencionar siquiera mi absentismo de los días anteriores, me asignaron una tarea, y pasé a formar parte de la comunidad.

    Nunca más tuve dudas de qué son en realidad los equipos. La convicción me dura hasta hoy.

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